Puede que suene muy banal, pero es una realidad. Se dice que no importa lo que seas, si no lo que aparentes ser, al menos inicialmente, para una primera toma de contacto. Y no, no estamos hablando de tu apariencia física, aunque las mismas normas de comunicación no verbal se pueden trasladar, si no de la imagen corporativa de tu empresa.
Simplemente debemos hacernos esta pregunta, ¿cómo queremos que los demás perciban nuestro negocio?, ¿cómo deseamos que sea esa primera impresión que puede marcar el primer paso de contactarnos o no?
Cuidado con las contestaciones a estas preguntas, pecamos lo mismo por defecto que por exceso. Es decir, pongamos un ejemplo, si nuestra empresa vende servicios a nivel nacional, ¿debemos parecer internacionales?, podréis pensar, bueno, si lo pareces puede que tengas más probabilidades de ser algún día internacional. Bueno, si deseas y entre tus objetivos es ser internacional en un futuro a corto-medio plazo, fenomenal. Pero si no es así, corres el riesgo de que muchos clientes potenciales que busquen servicios cercanos, como lo haría una empresa local, en la que la confianza con el cliente es casi familiar, te vean como una multinacional fría que atiende grandes cuentas, y que además de estar fuera de su presupuesto no otorgue a sus clientes la dedicación que una empresa local puede dar.
¿Por qué parecer más grandes o elitistas de lo que realmente somos? Perdemos oportunidades reales. Podemos pensar que ganamos otras, pero éstas se terminarán yendo por no alcanzar las expectativas. Es decir, puede contactar contigo una gran cuenta que exija medios y personal de los que quizás no dispongas simplemente por un malentendido de primera impresión, y después de un par de servicios, quedarán insatisfechos y no te recomendaran jamás.
El mismo error, e igual de grave, es pecar por defecto. Parecer “cutres”, cuando quizás tengas un negocio de 50 empleados creciendo a un ritmo del 50% anual y tu primera impresión sea de un autónomo que se lo está montando en su casa con freelance (ojo, que no hay nada de malo en ello, 😉 ), pero no es lo que eres, y puede que sea la imagen que transmites. He conocido a clientes que se quejaban de que solo tenían clientes con pocos recursos económicos, muchos, pero sin dinero… ¿quizás es que pareces barato y por eso contactan contigo este tipo de clientes?, ¿eres barato?, ¿tienes la capacidad para serlo? Porque no todo el mundo se lo puede permitir.
La imagen corporativa debe ser un reflejo de lo que eres y deseas ser. Ni más grande, ni más pequeño. Para ello, pregúntate ¿cuál es mi negocio? y ¿a quien vendo?. A partir de ahí se podrá genera una imagen corporativa única para tu empresa que realmente sea tu reflejo y atraiga los clientes que deseas atraer.
Para terminar, simplemente matizar el significado de imagen corporativa: es la percepción que tiene el usuario de nuestra empresa. Es decir, no sólo es la identidad corporativa o marca visual (comúnmente llamado logotipo), es la correcta aplicación de las normas de estilo en la comunicación para que se genere una actitud correcta y homogénea visual y hablada. Es decir, no sólo tenemos que tener un logotipo que nos represente, si no que toda comunicación que realicemos (carta, email, presentaciones, redes sociales…) debe ser coherente con un manual de identidad corporativa, y así el reflejo de nuestra empresa generará un correcto posicionamiento de la misma.